
En las últimas décadas, el palto (Persea americana), también conocido como aguacate, se ha convertido en uno de los cultivos más importantes del Perú, tanto por su impacto en la economía agroexportadora como por su potencial de desarrollo sostenible. Originario de Mesoamérica pero adoptado con gran éxito en tierras peruanas, el palto ha encontrado en regiones como La Libertad, Lima, Ica, Arequipa y Lambayeque las condiciones agroclimáticas ideales para su desarrollo, destacando la variedad Hass como la más cultivada y exportada. Perú se ha consolidado como uno de los principales exportadores mundiales de palta Hass, compitiendo directamente con países como México, Chile y Colombia. El crecimiento ha sido exponencial: mientras que en el año 2010 las exportaciones alcanzaban apenas los 50 millones de dólares, en 2023 esta cifra superó los 940 millones de dólares, según datos de la Asociación de Exportadores (ADEX). Este crecimiento se explica no solo por la demanda internacional, principalmente de mercados europeos y estadounidenses, sino también por la profesionalización del sector agrícola, el uso de tecnología en el cultivo y manejo postcosecha, y el impulso de asociaciones de pequeños y medianos productores que han apostado por certificaciones de calidad y sostenibilidad.[1]
No obstante, el auge del palto también ha generado desafíos importantes. Uno de ellos es la presión sobre los recursos hídricos, especialmente en zonas desérticas de la costa peruana, donde el cultivo depende casi exclusivamente del riego tecnificado. La expansión acelerada de las áreas de cultivo ha llevado a cuestionamientos sobre su sostenibilidad a largo plazo, así como a preocupaciones por el impacto ambiental y social, como el desplazamiento de cultivos tradicionales y el acceso al agua por parte de comunidades rurales. A pesar de ello, diversos proyectos buscan mejorar la eficiencia del uso del agua y promover prácticas agroecológicas para mitigar estos efectos. Además, el sector paltero es visto como una fuente de empleo formal en el agro, con más de 60,000 puestos de trabajo generados directa e indirectamente, especialmente en épocas de cosecha. De cara al futuro, el Perú enfrenta el reto de mantener su competitividad global mediante innovación, apertura de nuevos mercados, y, sobre todo, una estrategia que garantice la sostenibilidad del cultivo del palto, preservando el equilibrio entre crecimiento económico y responsabilidad ambiental.[2]


A pesar de los desafíos asociados al uso intensivo de agua y la presión sobre ciertos ecosistemas, el sector paltero ha empezado a implementar tecnologías de riego por goteo y sistemas de monitoreo hídrico para hacer más eficiente el uso de recursos, así como prácticas agroecológicas que buscan equilibrar la productividad con el respeto al medio ambiente. En términos sociales, la cadena de valor de la palta ha contribuido a mejorar los ingresos de pequeños productores, muchos de los cuales están organizados en cooperativas que les permiten negociar mejores precios y acceder a mercados internacionales.

Referencias:
[1]: https://www.freshfruit.pe/blog/noticias/palta-peruana-continua-su-crecimiento-exportador-en-2023/
[2]: https://agraria.pe/noticias/peru-es-el-segundo-mayor-exportador-de-palta-en-el-mundo-25830